Tanto
Mussolini como posteriormente Adolf Hitler, se tomaban muy en serio este
aspecto. La propaganda del régimen nacionalsocialista se basaba en mostrar al
pueblo la
gran meta final, sin aludir a los medios para llegar a ella. A
parte, se ejercía la presión del miedo. El
líder carismático era considerado como un Dios. Todo esto conducía a un gran
dominio psicológico sobre el pueblo.
El propio
símbolo gráfico del fascismo era el de la violencia:
el fascino, del latín fasces, haz de
varas, que según la leyenda histórica tiene origen en el primer cónsul de Roma, Brutus (VI a.c.),
quien hizo apalear públicamente a sus hijos y matarlos a hachazos por haber
conspirado contra el Estado. Este instrumento de
castigo, inspirador de temor, se convirtió en símbolo del poder en Roma.
Entre los factores visuales utilizados para atraer a las
masas, se observa el predominio del color rojo, al que se le
atribuye una acción excitante y es
utilizado generalmente por partidos de izquierda o revolucionarios y los
uniformes militares de colores vistosos.
Para actuar
sobre los sentimientos de amor y alegría, se
utilizaban los bailes públicos, las tonadas populares, o desfiles con la
presencia de gimnastas o flores.
En los mítines, había que tener en
cuenta la habilidad de los oradores para alternar lapsos de tensión discursiva
con comentarios relajados, manteniendo así a la multitud
expectante.
Aida Mejías. 1º Bachillerato.
Aida Mejías. 1º Bachillerato.
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